¿Cuánto hace ya que no escribo? ¿Dos años? Demasiado quizá, quizá no. Muchas cosas han pasado, aunque da igual lo que pase si algo no cambia. Algo ha cambiado. Ha cambiado el enfoque, ha cambiado mi enfoque hacia el mundo.
Debo decir que este blog es una de mis grandes espinas, uno de mis grandes proyectos sin acabar (si un blog puede acabar) y era algo que me estaba comiendo por dentro. Así que de nuevo me encuentro delante de un papel en blanco y con la mente trabajando.
Mi enfoque empezó a cambiar hace un año, me di cuenta que la forma en la que estaba enfocando mi vida estaba equivocada. Creía que tenía que centrarme en mi carrera, y mientras, dejar de lado todo lo demás mientras no acaba. Enorme error. Hace un año me dí cuenta de que cada día necesitamos variedad, necesitamos cambio y necesitamos movimiento. Por eso, ahora estoy retomando proyectos e ilusiones que dejé aparcados hace dos años, e incluso, empezando aventuras nuevas.
Aventuras que me están volviendo a mostrar la peor cara del ser humano, pero a la vez, la mejor. Es interesante como cuando nos movemos más allá de nuestra zona de confort el universo se empeña en mostrarnos los distintos gradientes y matices que puede mostrarnos la existencia humana.
Aqui estoy, dos años más viejo, dos años más humilde, pero igual de asustado y preocupado que siempre por desentrañar las experiencias que el discurrir me pone por delante.
Espero poder llevar una cierta periodicidad en mis publicaciones, aunque he decidido escribir cuando me apetezca o cuando tenga una idea digna de ser contada. Nada de relleno.
Me veo en el filo de una espada, o renazco de nuevo o muero para siempre.