Hay una cosa que siempre he considerado como un veneno para el corazón y lamente, para la vida en general: la apatía.

Puede que en tu vida seas bueno, malo, extrovertido, simpático, hablador, malhumorado, irritable, insoportable... ¡Pero al menos eres algo! La apatía es la nada, la ausencia de un sentimiento, de una forma interna que nos dé alguna definición de lo que somos.

Siempre me ha gustado ver la mente humana como un campo donde nosotros plantamos lo que queremos, y lo que somos. Habrá quien plante de forma ordenada y planificada, hay quien dejará que del suelo brote lo que la naturaleza quiera, y habrá quien sencillamente se despreocupe de su ser interno (pero esta despreocupación ya es un sentimiento en sí) Todo este campo vive gracias al agua, o a las pasiones internas, ellas son las que mueven ese motor interno que es el pensamiento y hace que todo florezca y sea grande y rico. Sea como sea cada uno, lo que pase en la mente de cada uno puede ser grandioso, mediocre, bueno o malo. La cuestión es que al menos pasa algo.

Las personas apáticas son como cultivos sin agua, no hay nada... sólo piedra y tierra, nada que merezca la pena de ver.

Un ser humano sin pasión es algo triste, muy triste. A lo largo de la historia humana se ha demostrado que de las pasiones (buenas o malas) han nacido las grandes proezas, lo que ha hecho del ser humano una gran especie.

Amigos, cada uno tiene que ser fiel a sí mismo, se pensará de él que es mejor o peor, pero al menos se pensará.



Debido al entorno en el que me encuentro cada día en mi carrera (biología) oigo mucho hablar de la ciencia perfecta, de como hay que hacer ciencia, de cual es la mejor manera... etc.

Pensando un poco en esto pensé: la ciencia perfecta es aquella que se lleva a cabo de forma constante e igual y de forma completamente objetiva ante lo que se observa o se estudia. Bien, si lo pensamos un poco esto choca frontalmente con la condición humana, con lo que es ser humano. 

Los seres humanos nos somos estáticos e inalterables todos los días de nuestra vida, vamos cambiando conforme avanzamos. Esto significa que si yo por ejemplo tengo que hacer un experimento y tengo que repetirlo cien veces durante cien días en las mimas condiciones exactamente, sencillamente no voy a ser capaz de hacerlo a la perfección. Ya que yo no soy perfectamente idéntico, ni tampoco mis métodos son perfectos todos los días. 

Pongamos otro ejemplo, cuando un científico hace un estudio sobre algo, y tiene 1500 resultados de su estudio, obviamente unos saldrán de una manera y otros de otra. Cuando este científico se ponga a escoger sus resultados "buenos" va a elegir aquellos que más se ajusten a lo que él quiere demostrar, por lo tanto aquí le damos una patada bien hermosa a la parte objetiva de la ciencia. 

Con esto quiero llegar a que no existe la ciencia perfecta, ya que no existen científicos perfectos. Esto no significa que la ciencia como tal no existe, si no que es algo más intuitivo e imaginativo de lo que la gente cree. La ciencia es un juego, al que algunos dedicamos nuestra vida al completo. 




Hoy estaba sentado en un banco observando un pequeño parque con árboles, flores y césped  Me he preguntado: ¿Por qué el ser humano ha dejado este trozo de naturaleza en medio de una ciudad? ¿Qué es lo que nos llama de la naturaleza para que nos quedemos embelesados ante su sola observación? ¿Qué es lo que yo personalmente veo en el mundo natural para querer dedicar mi vida a ello?

Y la respuesta ha venido rápida a mi mente: la belleza misma de la naturaleza. Podríamos haber destruido esos árboles pero no lo hemos hecho, porque disfrutamos más contemplándolos sin más. 

Y eso me ha llevado a pensar como afecta la belleza a nuestras ansias de destrucción como especie ( ya más que demostradas por desgracia). No podemos destruir algo bello, nuestro propio instinto nos llama a cuidar aquello que se nos presenta bonito o precioso. Obviamente sí podemos destruir cosas bonitas, pero siempre y cuando no comprendamos esa belleza, o no la apreciemos. 

Esto último me hace reflexionar que los seres humanos que somos más sensibles ante cualquier tipo de belleza ( ya sea en este caso natural o artificial)  somos menos propensos a destruir. Quizá sea una buena idea intentar inculcar a las futuras generaciones esa sensibilidad por la belleza, quizá la belleza que nos rodea por fuera pueda calmar las ansias destructivas que llevamos por dentro. 




Amigos, qué mal lo he pasado estos últimos meses. Cometí un error, el peor de los errores. Dejé que una pesada piedra cayera sobre mi espalda y ensombreciera mi pensamiento durante meses y meses. El peso del mundo cayó sobre mí sin piedad alguna y me dejó postrado como un mediocre cualquiera. 

Me ha vuelto a pasar lo que muchas veces he predicado. Sólo he conseguido resurgir de mis cenizas cuando he estado completamente destruido, cuando lo he perdido todo y lo único que puedo hacer es luchar contra agua y piedra para volver al sitio que me pertenece. Lo fácil hubiera sido quedarme inerte y frío bajo mi piedra y llevarla conmigo toda mi vida, siendo más camello que persona; pero mi alma y mi mente no están entrenadas para llevar peso sobre sí, sino para ser peso en otras mentes. 

Me he dado cuenta de que durante meses me he estado dejando afectar por los ataques de muchas personas, y hasta la piedra más dura acaba cediendo ante el desgaste del agua y del aire, por muy insignificante que sea. 

Pero hoy mi mente se ha removido en un espasmo de vitalidad y regocijo. Ha vuelto a sacar los dientes y las uñas y ha sacado de mí todo lo que no está bien, todo lo que yo no quiero que esté ahí  Durante mucho tiempo he estado como en un sueño letárgico, pero ahora me siento despertar y mi propia tormenta se vuelve contra mí con enfado por haberla dejado dormir durante tanto tiempo. 

Hoy vuelve a haber rayos y furia dentro de mí, y espero que nunca se vayan. 

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