Hoy he estado pensando un poco en cómo las personas se relacionan con su entorno, y qué tipo de relación puede existir entre las dos partes. 

La vida nos pone en distintas situaciones en las cuales tenemos por un lado nuestra experiencia y capacidad de respuesta y, por otro lado, un cúmulo de circunstancias que ponen a prueba esa capacidad.

 Una de las respuestas más utilizadas por la gente (por desgracia) es la de adaptarse al medio para poder sobrevivir ante los estímulos. Es como si la gente estuviera dispuesta a sacrificar parte, o la totalidad, de su forma de ser con tal de asegurarse la supervivencia. Como si recortáramos una pieza de puzzle para que encajara donde no debe. Por lo tanto, lo que va a definir a ese individuo va a ser su entorno, no su propia experiencia vital. Esta es una forma de entender la vida enormemente cobarde y perjudicial para el invididuo como ser pensador. Pero la biología y la evolución nos enseñan que sin duda es la manera más sencilla y eficaz de que una especie fructifere.

Por otro lado, tenemos el caso contrario, cuando una persona sabe perfectamente cómo es, se conoce a la perfección (o tanto como se pueda, claro) y se lanza a buscar el lugar donde él encaje de manera natural y cómoda, sin forzar sus límites personales ni mentales. Esta es la adaptación que yo defiendo, sin duda. Amigos, uno no puede esconderse a sí mismo lo que es, y siempre va a querer aflorar en un momento u otro. Creo que el sufrimiento que conlleva encontrar el lugar que a uno le corresponde, o que uno busca, compensa el tener un lugar donde puedas ser tú mismo y desarrolarte al 100% sin ningún tipo de impedimento.


Por lo tanto, yo os aconsejo que busquéis adaptaros según vuestra forma de ser, y que no os dejéis absorver por vuestro entorno.







PD para Agustín:  Joróbate Flanders.





Es maravilloso ver como tu vida se deshace bajo tus pies. Lo que un día fue algo fijo y seguro, hoy puede ser inestable y quebradizo.

La vida nos enseña una y otra vez que nuestra experiencia gira una y otra vez en un vórtice infinito, sin fronteras. Nosotros mismos nos destruimos y reconstruimos una y otra vez, sin parar nunca. Es imposible, además de inmaduro, querer agarrarse a un estado vital para siempre. Esto es un insulto contra la naturaleza propia de la vida.

En mi opinión, debemos plantar cara a este vórtice vital, enfrentándonos a cada situación en la que nos situa, disfrutando de cada vista que nos regala.

Amigos, hoy la vida os propondrá un papel en el mundo, de forma totalmente ajena a vosotros. Pero si que está en vuestra mano decidir cómo vais a interpretar ese papel, y según hagais ese papel, mañana obtendreis otro distinto que quizá esté relacionado con el de hoy, ¿Quién sabe?

 Vivir es como estar a la deriva en un barco, cerca de un acantilado, si te dejas llevar por la marea acabarás muerto contra las rocas, y por mucho que remes, nunca sabes en que costa puedes acabar.

Hay que disfrutar de la destrucción vital, amigos.

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