La poesía ha tenido tanto éxito porque consigue fusionar dos virtudes del ser humano en perfecta harmonía: la música y el lenguaje. Consigue fusionar dos partes del ser humano en principio enfrentadas como puede ser la música, que refleja la parte dionisíaca del ser humano, lo pasional y terrenal; con el lenguaje que refleja la parte apolínea y racional. Hay quien dice incluso que no se puede vivir sin poesía y que ésta ha sido la autentica gran azaña del ser humano. Os regalo esta gran poesía por todos conocida que para mi siempre ha sido fuente de inspiración y apoyo.
Canción del pirata Con diez cañones por banda, viento en popa, a toda vela, no corta el mar, sino vuela un velero bergantín. Bajel pirata que llaman, 5 por su bravura, el Temido, en todo mar conocido del uno al otro confín. La luna en el mar rïela, en la lona gime el viento, 10 y alza en blando movimiento olas de plata y azul; y ve el capitán pirata, cantando alegre en la popa, Asia a un lado, al otro Europa, 15 y allá a su frente Stambul: «Navega, velero mío, sin temor, que ni enemigo navío ni tormenta, ni bonanza 20 tu rumbo a torcer alcanza, ni a sujetar tu valor. Veinte presas hemos hecho a despecho 25 del inglés, y han rendido sus pendones cien naciones a mis pies. 30 Que es mi barco mi tesoro, que es mi dios la libertad, mi ley, la fuerza y el viento, mi única patria, la mar. Allá muevan feroz guerra 35 ciegos reyes por un palmo más de tierra; que yo tengo aquí por mío cuanto abarca el mar bravío, a quien nadie impuso leyes. 40 Y no hay playa, sea cualquiera, ni bandera de esplendor, que no sienta 45 mi derecho y dé pecho a mi valor. Que es mi barco mi tesoro, que es mi dios la libertad, 50 mi ley, la fuerza y el viento, mi única patria, la mar. A la voz de «¡barco viene!» es de ver cómo vira y se previene 55 a todo trapo a escapar; que yo soy el rey del mar, y mi furia es de temer. En las presas yo divido lo cogido 60 por igual; sólo quiero por riqueza la belleza sin rival. 65 Que es mi barco mi tesoro, que es mi dios la libertad, mi ley, la fuerza y el viento, mi única patria, la mar. ¡Sentenciado estoy a muerte! 70 Yo me río; no me abandone la suerte, y al mismo que me condena, colgaré de alguna entena, quizá en su propio navío. 75 Y si caigo, ¿qué es la vida? Por perdida ya la di, cuando el yugo 80 del esclavo, como un bravo, sacudí. Que es mi barco mi tesoro, que es mi dios la libertad, 85 mi ley, la fuerza y el viento, mi única patria, la mar. Son mi música mejor aquilones, el estrépito y temblor 90 de los cables sacudidos, del negro mar los bramidos y el rugir de mis cañones. Y del trueno al son violento, 95 y del viento al rebramar, yo me duermo sosegado, arrullado 100 por el mar. Que es mi barco mi tesoro, que es mi dios la libertad, mi ley, la fuerza y el viento, mi única patria, la mar.» 105
José de Espronceda.
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