La montaña, majestuosa en su altura y fuerza, se enfrenta a todo lo que la naturaleza le manda y lo recibe con brazos abiertos, lo hace suyo y se fortalece con ello. Por ejemplo, cuando el viento llega la desgasta y la erosiona, pero llega un momento que de tanto desgaste el viento le afecta menos y el agua corre mejor por sus laderas y valles. Seamos como montañas, dejad que todo fluya hacia nosotros y utilizemoslo en nuestro favor.

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